Donde ser testigo de la historia: Anne Frank Huis

quiero mi viaje de fin de carrera

En el anterior post sobre el museo judío de Berlín comentamos que en 1933 había 170.000 judíos viviendo en la capital alemana. A partir de ese año con la subida de Hitler al poder y la aprobación de leyes contrarias a ellos, muchos judíos de toda Alemania optaron por dejar el país. El destino para muchos de ellos fue la ciudad de Amsterdam, donde no era la primera vez que eran acogidos por causas religiosas.

A finales del siglo XV judíos portugueses y españoles se trasladaron a Amsterdam después de ser expulsados de sus países de origen por negarse a convertirse al catolicismo. En 1933 la situación era diferente, Amsterdam debía ser solo una escala ya que al estallar más tarde la Segunda Guerra Mundial y Holanda ocupada por los nazis, volvieron a ser perseguidos pero con el problema que habían perdido sus derechos como ciudadanos alemanes, como tener pasaporte y poder embarcarse hacia Reino Unido y Estados Unidos.

Así muchas familias judías quedaron atrapadas sin poder huir y a merced de ser detenidos y deportados. Ante esta situación mucha gente optó por vivir escondida o “pasar a la clandestinidad”.

“Pasar a la clandestinidad” son las palabras que utilizó la familia Frank explica a Anne que tienen que dejar su casa y vivir escondidos en la oficina de Opekta donde trabaja el padre Otto. Exactamente en la Achterhuis, la casa de atrás en holandés cuya día a día Anne Frank describe en el diario que recibe en su 13 cumpleaños.

El diario de Ana Frank, un clásico de la literatura universal, de esos libros que deben aparecer en todas listas de libros de lectura imprescindible. Hechos que no deben ser olvidados para que no vuelvan a repetirse, por eso la casa en el número 263 de la calle Prinsengracht esta abierta al público.

anne frank huis

Anne Frank Huis al igual que la mayoría de museos de Amsterdam, tiene su espacio expositivo muy cuidado, como la Rembramdt Huis. La casa tiene un aspecto muy parecido a la época en la que vivieron Ana, su familia, la otra familia que en el libro recibe el nombre de Van Daan y el dentista llamado en el diario Albert Dussel.

En las diferentes estancias, a través de sus objetos y fotografías se va viendo como fue su vida durante el periodo que vivieron encerrados desde el 9 de julio de 1942 hasta el 4 de agosto de 1944. Durante su encierro recibieron ayuda de varias personas entre ellas la austriaca Miep que era la secretaria de Opekta y no se lo pensó dos veces cuando Otto Frank le pidió ayuda, en un momento del recorrido se puede ver un vídeo en el que ella lo cuenta. Cosas como esa te hacen sentir testigo de un hecho histórico que no debía haberse producido jamás.

La casa de Ana Frank se puede visitar todos los días de las 9 de la mañana a la 7 de la tarde del 15 de septiembre al 14 de marzo y hasta las 9 de la noche del 15 de marzo hasta el 14 de septiembre. También hasta las 10 de la noche los sábados y todos los días de julio y agosto. La entrada cuesta 9€ para adultos y es gratuita para los niños menores de 10 años. Para este caso no sirve la Iamsterdam Card ni la Holland Pass.

Es altamente recomendable comprar las entradas por internet pagando 0,50€ más por entrada porque permite elegir fecha y hora además de evitar las colas y asegurar la entrada. Se puede llegar andando desde la estación central o con transporte público desde la parada de Westermarkt con los tranvías 13, 14 y 17 y los autobuses 170, 172 y 174. En el museo no esta permitido hacer fotografías, pero se pueden ver imágenes del museo en su página web que cuenta con versión en español.

Nota: La primera foto del post corresponde al monumento dedicado al Kindertransport («Transporte de niños») con el traslado de unos 10.000 niños judíos al Reino Unido a través de Holanda para salvarlos de los nazis que se encuentra en la berlinesa estación de Friedrichstrasse.

3 comentarios

  1. A nosotros nos decepcionó un poco, quizás por ponernos unas expectativas demasiado altas.

    • A mi tocó la fibra, ver que lo que había leído era real sin ninguna duda. En el libro no queda claro porque tienen que esconderse y en la casa ves que se habían quedado indocumentados. Pero todo lo explican de forma sencilla sin buscar dramas ni morbo. En los campos de concentración sigue el mismo sistema creo, incitando el odio no se consigue nada.